El ambiente y espíritu colaborativo que se recoge en los costureros siempre me ha resultado inspirador. Siempre he querido tener un costurero que se reúna al menos cada quince días, desafortunadamente, entre el trabajo, la casa y las labores de crianza, no queda mucho tiempo para invertir en otros proyectos. Pensar en un costurero para trabajar en una colcha tiene el agravante que requiere de una máquina y, obvio, de una mesa cómoda donde ponerla y sobre la cual trabajar. No es tan sencillo como invitar a las amigas a tejer, bordar o remendar, para lo que solo se necesitan un sofá cómodo, una greca de café, té (o el licor de preferencia), agujas, tijeras e hilos.
Así que llevo 15 años soñando con un salón abierto, repleto de mesas, tijeras, tizas, papel, cortadores, agujas, alfileres, telas, dedales, metros, retazos, manos, gafas, hilos, cuchicheos, risas, y, por supuesto, el zumbido de las máquinas de coser. Y, ante la dificultad de reunirse físicamente, he recurrido, como muchas otras mujeres, a los tutoriales que pululan la web. Sigo varios blogs, canales de youtube y perfiles en Pinterest que sirven de inspiración para muchos de los proyectos en los que me embarco. Hemos acudido a los nuevos medios y la tecnología para comunicarnos, para seguir compartiendo ese conocimiento. Es esa justamente esa carencia y a la vez esta nueva posibilidad, la que motiva este proyecto.
Cada una de nosotras estará a cargo de coser una, dos o tres piezas para la cual pueden usar la tela que quieran. No tiene que ser tela nueva, de hecho lo ideal sería que fueran retazos que tengan en casa y que tuvieran algún significado para ustedes. Telas viejas, usadas, guardadas, atesoradas. Telas que puedan dar algún testimonio de la vida de ustedes, sus dueñas. Por eso, no sólo queremos que participen cosiendo la colcha sino narrando las historias de esas telas.
Entonces, esta Colcha de retazos itinerante será hecha por las muchas manos que cosen como las mías, solas, en el espacio doméstico. No obstante, participar de su costura nos zurce, en la medida que une las historias de las telas que han hecho parte de nuestras vidas.
Feliz costura.
Margarita Cuéllar-Barona
** Este proyecto lo imaginé en el 2005, cuando nació nuestra primera hija. En el 2016 sentí una urgencia enorme por retomarlo y le pedí ayuda a Maria Paola Herrera-Valencia y a Isabel Arciniegas. Ellas me ayudaron a darle forma, a imaginarlo, a crecerlo, a reducirlo, a calcularlo y a soñarlo. Luego se sumó Claudia Solano quien nos ayudó con las fotos, los videos y el diseño de esta plataforma. Todo esto ha sido posible por su invaluable ayuda y hermosa disposición. Y si ha quedado tan bonito es porque son un trío de mujeres con un enorme talento y un gran, gran corazón. A ellas, mi gratitud, mi respeto y mi a amistad.